Skip to content

Preparándonos para el empleo del futuro

Una de las consecuencias más relevantes de la llamada 4ª revolución industrial es su impacto sobre el trabajo y el empleo. Si queremos mantener y generar empleo en nuestra economía, vamos a necesitar mover a la fuerza de trabajo hacia áreas de mayor valor, y ese mayor valor sólo se adquiere con empresas y empleos innovadores y sobre todo, con más y mejor formación. Hace falta un gran esfuerzo para transformar el sistema educativo y adaptarlo a las capacidades que van a demandar las empresas y la sociedad en el futuro.

Nos encontramos inmersos en lo que para algunos es la mayor revolución tecnológica de la historia. La robótica avanzada, la inteligencia artificial, los coches sin conductor, las impresoras 3D o la biotecnología están transformando ya nuestra forma de producir, viajar, comunicarnos, comprar o vender.

Una de las consecuencias más relevantes de esta revolución es su impacto sobre el trabajo y el empleo. El reciente informe “The future of Jobs”  publicado por el World Economic Forum prevé que la 4ª revolución industrial generará la pérdida de más de siete millones de empleos en todo el mundo en los próximos cinco años, especialmente en trabajos administrativos, cadenas de montaje y construcción, y afectará tanto a países industrializados como a países en vías de desarrollo. En paralelo, el estudio prevé la creación de otros dos millones de nuevos empleos en áreas como la informática, las matemáticas, la ingeniería o la arquitectura.

No sé si esas previsiones serán acertadas o no. Quiero pensar que son excesivamente pesimistas. Desde la revolución industrial, los avances tecnológicos han generado la desaparición de muchas profesiones y la aparición de otras nuevas, y en consecuencia, han desencadenado miedos e incertidumbres. Lawrence Katz, economista de la Universidad de Harvard, ha demostrado que a lo largo de la historia los avances tecnológicos no han conducido a un descenso neto del empleo en un periodo de tiempo prolongado. La historia sugiere que lo más probable es que se produzca efectivamente un impacto doloroso en el corto plazo, pero de carácter temporal. A largo plazo, a medida que los trabajadores vayan ajustando sus capacidades y los emprendedores creen oportunidades basadas en las nuevas tecnologías, la creación de empleo rebotará.

En todo caso, parece indiscutible que se avecina un cambio sin precedentes en el mercado de trabajo, que nos va a exigir un esfuerzo de adaptación importante, tanto a nivel personal como a nivel empresarial y político. Si queremos mantener y generar empleo en nuestra economía, vamos a necesitar mover a la fuerza de trabajo hacia áreas de mayor valor, y ese mayor valor sólo se adquiere con empresas y empleos innovadores y sobre todo, con más y mejor formación.

En mi opinión, es en este último punto donde tenemos nuestro principal desafío como sociedad. Hace falta un gran esfuerzo para transformar el sistema educativo y adaptarlo a las capacidades que van a demandar las empresas y la sociedad en el futuro. Por ello, se hace necesaria una reflexión profunda en todos los niveles educativos, desde la educación primaria y secundaria hasta la formación profesional y superior, para impulsar un modelo educativo alineado con la transformación económica y social que se nos avecina.

¿Hacia dónde deben orientarse los esfuerzos? Comparto a continuación 5 retos que, a mi entender, debe afrontar nuestro sistema educativo en su conjunto en el corto plazo:

  • Primer reto: Formación técnico-tecnológica especializada. Un entorno cada vez más tecnológico requiere de personas capaces de entender, desarrollar y aprovechar la ciencia y la tecnología en todas las esferas de la vida. Todos los estudios sobre el futuro del empleo coinciden en que las mayores oportunidades se generarán en profesiones que requieren una sólida formación científico-tecnológica, como ingenierías, matemáticas, informática, física o arquitectura, así como en otros puestos de trabajo técnicos cualificados. Paradójicamente, nos encontramos hoy en día con una escasez de vocaciones técnicas entre nuestros jóvenes, tanto en formación profesional como universitaria, circunstancia que se produce también en muchos otros países occidentales. La propia UNESCO ha advertido que la escasez de estos profesionales supone una amenaza para el desarrollo económico. Por eso, tenemos que recuperar el atractivo de los estudios técnicos, trabajar las vocaciones científico-tecnológicas desde la edad escolar, y revisar el enfoque, contenido y formato de los estudios de formación profesional y superior para hacerlos más útiles a la sociedad y más motivadores para los estudiantes.
  • Segundo reto: Competencias transversales. Las profesiones menos amenazadas por el avance tecnológico serán aquellas con un mayor componente cognitivo y que de alguna forma incorporen la creatividad y las habilidades sociales en su desempeño. Competencias como la gestión de la complejidad, el pensamiento crítico, la creatividad, la gestión de personas, la inteligencia emocional o la capacidad de emprender distintos proyectos y de actuar en entornos impredecibles van a ser claves en la empleabilidad de las personas. Por eso, debemos reforzar la formación en competencias en todos los niveles educativos, buscando nuevas formas y métodos de enseñanza que favorezcan el desarrollo de personas autónomas en su propio pensamiento y capaces de aportar nuevas perspectivas en su entorno laboral.
  • Tercer reto: Hibridación. Cada día más los campos del saber se entrecruzan, dando lugar a nuevos espacios de aprendizaje. Las oportunidades surgen de la hibridación de disciplinas, no sólo como resultado de agregar conocimientos diversos, sino de integrarlos generando nuevos nichos y capacidades. Matemáticas aplicadas a la salud, inteligencia artificial aplicada a todas las materias, nanotecnología aplicada a la medicina, psicología y matemáticas aplicadas a la interpretación de datos, etc. constituyen nuevos campos de generación de empleo cualificado. Las instituciones educativas, especialmente en el ámbito universitario, deberían buscar fórmulas para lograr esa hibridación de disciplinas, quizá incorporando mayor flexibilidad y modularidad en los currículos. De esta forma, además de ofrecer una oferta educativa más diferencial, se dará respuesta a la demanda de perfiles profesionales especializados que actualmente son difíciles de encontrar por parte de las empresas.
  • Cuarto reto: idiomas y multiculturalidad. Hablar de internacionalización o globalización es hoy algo natural en casi todos los ámbitos de la vida. El empleo del futuro pasa inevitablemente por una visión global de la economía, del mercado, del conocimiento, de la información o de las finanzas. Por ello, las empresas necesitan personas con conocimiento de idiomas (todavía hoy una asignatura pendiente en muchos casos) y una actitud abierta hacia nuevas culturas y formas de hacer. Si la sociedad actual es cada vez más multicultural, la educación ha de estar atenta ante lo que esto representa, siempre tomando como base un diálogo intercultural y formulando propuestas educativas para atender a la diversidad. El planteamiento de una educación para el futuro ha de asumir el desafío de educar para la interculturalidad.
  • Quinto reto: Formación a lo largo de la vida. La diferenciación clara y nítida entre la etapa formativa de las personas y su posterior etapa profesional se ha derrumbado completamente. En una sociedad cada vez más tecnificada y cambiante, se hace imprescindible desarrollar un estado permanente de formación y reciclaje en todas las personas. Las instituciones educativas deben jugar aquí un papel fundamental, buscando fórmulas que les permitan acompañar y aportar valor a las personas en su formación a lo largo de la vida.

El informe sobre el empleo del futuro del World Economic Forum predice que el 65% de los niños y niñas que hoy están empezando la educación primaria van a trabajar en puestos de trabajo que hoy no existen. Si no preparamos a nuestros hijos para mejorar sus conocimientos y habilidades técnicas y para ser más emprendedores e innovadores, estaremos más amenazados por la ola tecnológica que viene. Mucho trabajo por hacer a todos los niveles. Es una responsabilidad de todos trabajar para que dentro de unos años podamos decir que hemos sabido adaptarnos a la nueva realidad.

Ana Avendaño

Socia Consultora
Ir al contenido