La configuración del marco de desarrollo profesional de los trabajadores y la dinámica de apertura de las empresas para sus apuestas por la transformación tienen multitud de implicaciones para la gestión de las organizaciones empresariales. Tenemos que generar nuevas dinámicas de trabajo que incorporen una nueva organización, que trabaje en red con otros agentes para potenciar las capacidades de respuesta a los retos de nuestra industria. Debemos procurar poner la cooperación y el trabajo colaborativo en el epicentro del movimiento transformador de la organización.
La frase que abre este artículo fue pronunciada por Henry Chesbrough, Profesor del MIT y principal experto internacional en relación con la teoría y la praxis de la Innovación Abierta, en su conferencia de enero 2019 en la Deusto Business School. Su afirmación me hizo reflexionar sobre la multitud de implicaciones que tiene para la gestión de las organizaciones empresariales, la configuración del marco de desarrollo profesional de sus miembros y, la dinámica de apertura de las empresas para sus apuestas por la transformación.
Los directivos solemos tender a pensar que nuestra gente y nuestra forma de entender el entorno competitivo en el que desarrollamos nuestra actividad son las mejores herramientas para abordar los enormes retos que afrontamos en nuestras estrategias empresariales: la definición de nuevos productos y servicios, la identificación de nuevas formas de comercializar que potencien la experiencia del cliente, la formulación de nuevos modelos de negocio innovadores, etc. Defendemos, en la mayoría de los casos, que tenemos todos los mimbres necesarios para ser los protagonistas de nuestro futuro.
Este pensamiento convive, sin embargo, con otras realidades que retan la capacidad de transformación de nuestras empresas: el cambiante entorno competitivo internacional, la aparición de nuevos jugadores irreverentes en todas las industrias que cambian las reglas del juego, la aparición de modelos de negocio transformadores de carácter disruptivo, la internacionalización de la economía, la aplicación de nuevas tecnologías que condicionan la competitividad internacional (digitalización, inteligencia artificial, realidad aumentada, automatización, robótica), etc. estos y otros elementos son los que hacen cada vez más exigentes la adecuada definición de estrategias empresariales de futuro.
Estos marcos competitivos en una febril espiral de transformación conllevan la necesidad de articular nuevas formas de operar por parte de las empresas. Muchas de las recetas exitosas del pasado se han quedado obsoletas o necesitan nuevos ingredientes que añadan valor diferencial. Sin olvidar nuestras capacidades, nuestra identidad y el talento de nuestra gente, tenemos que generar nuevas dinámicas de trabajo que incorporen una nueva organización, que trabaje en red con otros agentes para potenciar las capacidades de respuesta a los retos de nuestra industria.
En las empresas de nuestro país será preciso desarrollar estrategias que incrementen el valor añadido de nuestros productos y servicios, definir fórmulas imaginativas que ayuden a superar la problemática derivada del tamaño reducido de las organizaciones, favorecer el acceso a la tecnología más innovadora para generar soluciones alternativas a los competidores, multiplicar el talento agregado por las organizaciones mediante la colaboración con otros agentes.
El profesor Gary Hamel asevera en sus libros y artículos que “la única fuente de ventaja competitiva sostenible en el futuro será la generación y permanente adaptación de modelos de negocio transformadores”. Estando de acuerdo con esta afirmación, considero imprescindible favorecer una búsqueda sistemática de nuevas formas de combinar nuestras capacidades como organización con las de otros agentes socioeconómicos, para promover nuevos esquemas de competir e incidir en todos y cada uno de los aspectos de la gestión empresarial. Debemos procurar poner la cooperación y el trabajo colaborativo en el epicentro del movimiento transformador de la organización.
Para lograr este objetivo, considero que sería muy útil utilizar como una de las principales guías de actuación los vectores impulsores de la innovación abierta descritos por el Profesor Chesbrough y otros autores. Nuestras organizaciones deben desarrollar una serie de atributos que potencien la capacidad de adecuación a los cambios de los mercados, incorporen tecnologías transformadoras, y generen modelos de negocio innovadores y sostenibles en el tiempo.
En mi opinión, algunos de los atributos que tenemos que consolidar en nuestras organizaciones son los siguientes:
- Favorecer el grado de apertura de la organización, como base para el desarrollo de nuestro talento, la interacción con otras organizaciones, la adopción de nuevas formas de competir, etc. Debemos tener en cuenta que las buenas ideas y cambios en los modelos de operar están fuertemente distribuidos en el mundo actual, por lo que es relevante tanto la forma para acceder a ello, como la adecuada utilización de los mismos en nuestra estrategia empresarial.
- Potenciar el talento de la organización mediante la incorporación de profesionales que tengan un elevado grado de curiosidad, dispongan de un espíritu emprendedor, asuman riesgos, tengan capacidad de interacción con otros agentes, aporten diversidad de pensamiento, disfruten con la experimentación, etc. La capacidad de aprendizaje permanente de las personas y su espíritu de colaboración determinarán, en gran medida, el potencial de desarrollo de las nuevas estrategias empresariales competitivas en el entorno actual.
- Desarrollar una organización en forma de constelación, que facilite la interacción de la empresa con otros agentes para el desarrollo de su estrategia empresarial. Estas organizaciones abiertas potencian el conocimiento global de la empresa, contribuyen a atraer tecnología y conocimiento de mercados, aceleran los procesos de innovación y transformación empresarial, generando dinámicas que nos ayudan a mejorar el potencial competitivo de nuestra empresa. Uno de los principios fundamentales de las relaciones interempresariales es que deben sustentarse sobre el ganar-ganar, generando marcos de confianza para su materialización.
- Expandir nuestras competencias esenciales sobre las que construimos nuestro Modelo Empresarial. En este mundo de intercambios abiertos, el único mecanismo que favorece que nuestra empresa sea atractiva para colaborar con otras organizaciones es la existencia de elementos nucleares que aporten valor también a esas otras organizaciones. La apertura de la empresa no debe sacrificar que se potencien las capacidades existentes, sino potenciar la capacidad de ponerlas en valor.
- Acelerar el proceso de innovación empresarial. La apertura organizativa y la innovación abierta tienen que contribuir a ganar velocidad en la respuesta de la empresa a los cambios que se producen en su entorno competitivo. Deben facilitar la adopción temprana de tecnologías disruptivas, incrementar la calidad de nuestra investigación e innovación, y favorecer el desarrollo de los nuevos modelos competitivos que liderarán el proceso de transformación de la organización.
- Incrementar la excelencia operativa. Resulta cada vez más relevante facilitar el trasvase desde la incoación de las ideas a la utilización de las mismas en el marco de la estrategia empresarial. La velocidad de cambio, la cambiante naturaleza de los mercados, la presión de nuevos competidores, etc., obligan a potenciar la excelencia de la gestión como uno de los elementos críticos para afianzar el futuro de las empresas.
Tenemos un gran reto ante nosotros.
La competitividad de las organizaciones está permanentemente retada a transformarse, a abrirse a un mundo – en ocasiones incierto – pero lleno de oportunidades por explotar. Nuestras organizaciones están inmersas en un escenario complejo de innovaciones tecnológicas, profundos cambios sociales, en medio de una paulatina incorporación de nuevas economías al juego con visiones divergentes, están necesitadas de una visión abierta y creativa, etc.
Lo preocupante, pero a la vez excitante del envite que tenemos por delante, es que no existen recetas mágicas, ni sistemas de navegación que ayuden a desentrañar el itinerario.
Cada organización, desde su identidad, sus competencias esenciales, sus aspiraciones y su nivel de apertura tiene que ser la protagonista de su propio libro de ruta, sin olvidar los aprendizajes de aquellos pioneros e innovadores que marcan caminos de transformación.
En ese marco, quisiera compartir algunas recomendaciones para tener en cuenta a la hora de configurar estas organizaciones abiertas que den sentido a nuestra estrategia empresarial de largo plazo:
- Huir del narcisismo. Tenemos que tener claro que las capacidades y estrategias que nos han ayudado a desarrollar la competitividad de nuestra empresa pueden no ser las mismas que nos permitan competir en el futuro. La capacidad de aprender a desaprender es uno de los rasgos inherentes a los nuevos sistemas de gestión empresarial.
- Desarrollar talento interno con espíritu y capacidad de colaboración con otros agentes. La curiosidad, la experimentación, la diversidad, entre otros, son elementos que debemos potenciar en nuestras organizaciones. Sólo con estas capacidades seremos capaces de colaborar activamente con otras organizaciones para potenciar nuestro modelo de negocio.
- Potenciar una creciente apertura al mundo del conocimiento. Tenemos que tender puentes hacia entidades y personas que generan conocimiento, generadores de mecanismos de innovación – tecnológicos y no tecnológicos – que potencien nuestra capacidad de transformación y adaptación a los cambiantes entornos competitivos en los que se mueve nuestra organización.
- Acelerar los procesos de transformación internos. La rapidez de respuesta a los retos competitivos de la empresa va a exigir una permanente adaptación y transformación de nuestros modelos operativos. La agilidad para responder a estos retos será clave para ser más competitivos en el futuro.
- Generar una constelación organizativa u organización en red que, desde las capacidades de la organización, sepa conjuntar competencias y conocimientos no existentes en nuestra empresa para promover el desarrollo de modelos competitivos más innovadores en el mercado.
- Hacer que la gente inteligente trabaje para nuestra organización, que nos haga renegar del título de este artículo, porque o bien hemos sido capaces de atraer nuevos profesionales con las características señaladas, o bien hemos sido atractivos para hacer que gente inteligente de otras organizaciones colabore activamente con nosotros.
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