El prestigio de la FP en Euskadi: el camino debe continuar
- febrero 8, 2017
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En Euskadi existe un desequilibrio importante entre las necesidades del mundo laboral y el nivel de cualificación de las personas, especialmente en el ámbito industrial. Es necesario un esfuerzo coordinado de toda la sociedad que permita dar a conocer y poner en valor la formación profesional vasca ante los jóvenes y sus familias. En paralelo, el sistema vasco de formación profesional debe seguir afianzando los elementos diferenciales que lo han situado como referente a nivel mundial y que refuerzan su atractivo como opción educativa y profesional.
Cuando finalicé mi etapa escolar y tuve que elegir mis estudios, no me planteé la formación profesional como una alternativa. Si eras más o menos una buena estudiante, tu futuro pasaba por la universidad. La formación profesional no gozaba del prestigio de los estudios universitarios. Me atrevo a decir que hoy en día la situación está cambiando. Aunque todavía hay reticencias a tratar a la FP de igual a igual, cada vez más se considera como una alternativa a tener en cuenta por todo tipo de estudiantes. De hecho, la evolución de las matriculaciones de Formación Profesional en Euskadi ha experimentado una tendencia positiva, con un incremento del 25% en los últimos 6 años.
Sin embargo, desde el Departamento de Educación del Gobierno Vasco llevan tiempo advirtiendo que esta evolución sigue siendo insuficiente para cubrir las necesidades que se prevén en el mercado laboral. Efectivamente, la pirámide de cualificación de los profesionales entre 25 y 64 años de Euskadi, considerando los niveles de CINE (Clasificación Normalizada de Educación) sigue respondiendo a la forma de un reloj de arena: un elevado porcentaje de personas universitarias (51%), y sólo un 21,5% de profesionales con estudios medios. Una estructura muy diferente a la que sugiere como idónea la Unión Europea para 2020, en forma de rombo, que implica una mayoría de profesionales (50%) en el nivel de estudios intermedios.
Figura 1. Comparación de la Pirámide de cualificaciones de Euskadi 2010 con el modelo UE 27 para 2020
Existe claramente un desequilibrio entre las necesidades del mundo laboral y la cualificación de las personas. Un desequilibrio especialmente preocupante en el ámbito industrial, donde ya hoy muchas empresas vascas están teniendo problemas para encontrar personal cualificado que cubra sus requerimientos. Además, de acuerdo con las previsiones, en los dos próximos años el repunte de la actividad industrial en Euskadi derivado de la recuperación económica coincidirá con miles de jubilaciones, lo que generará una mayor demanda de profesionales con estudios medios en la industria.
Paradójicamente, es en los ciclos industriales donde mayores problemas hay para llenar las plazas disponibles. Parece que la juventud se siente poco atraída por los estudios técnicos, algo que ocurre también en la universidad. A este hecho se suma otro grave problema: los ciclos formativos industriales como electricidad, electrónica, fabricación mecánica o automoción sólo cuentan con entre el 3% y el 7% de mujeres. Un dato llamativo, que merece una reflexión, ya que éstas son las profesiones que ofrecen más posibilidades de encontrar un empleo y un salario más elevado.
¿Es razonable que haya tanta diferencia entre las preferencias de las y los jóvenes y las necesidades de las empresas?
En mi opinión, no. Creo que mucho tiene que ver con el desconocimiento existente y los resquicios del desprestigio social histórico de la FP, así como con una serie de ideas preconcebidas que están lejos de la realidad: asociación de la formación profesional al fracaso escolar, dudas sobre el nivel salarial de los profesionales de FP, identificación, en el caso de la rama industrial, de una fábrica como un centro sucio, lleno de grasa, de trabajo en cadena, etc. Una imagen que poco tiene que ver con la realidad de la industria vasca actual, que ofrece grandes posibilidades de desarrollo personal y profesional.
Por eso, considero fundamental trabajar la orientación profesional, para dotar a las y los jóvenes de las herramientas y la información suficientes para elegir su camino profesional. Y no olvidar que un buen sistema de orientación requiere la implicación de todos los actores relacionados, desde los propios estudiantes y sus familias, hasta los centros educativos y el personal docente, las empresas, las administraciones y la sociedad en general.
Para ello, el sistema educativo y el tejido productivo deben estar conectados e informar al alumnado y a sus familias sobre cuáles son los niveles previstos de empleabilidad futura en las distintas disciplinas. Sobre todo, en un contexto como el actual en el que las necesidades de las empresas están evolucionando rápidamente y, en consecuencia, están surgiendo nuevas familias profesionales, nuevas carreras y nuevos títulos que no son suficientemente conocidos.
Por su parte, los centros educativos han de ser capaces de potenciar los procesos individuales de elección académica y profesional. En Alemania, por ejemplo, se favorece que los estudiantes de Secundaria conozcan de primera mano distintas alternativas profesionales e incluso que pasen semanas visitando diferentes lugares de trabajo (hospitales, fábricas, estudios de arquitectura, etc.) para contar con una mejor base a la hora de decidir. Los docentes tienen en este aspecto una gran influencia en el desarrollo vocacional del alumnado y deben favorecer que cuente con el mejor conocimiento posible sobre las alternativas existentes, y por supuesto, sin distinción de género.
En definitiva, es necesario un esfuerzo coordinado de toda la sociedad que permita dar a conocer y poner en valor la formación profesional vasca ante los jóvenes y sus familias.
En paralelo, el sistema vasco de formación profesional debe seguir afianzando los elementos diferenciales que lo han situado como referente a nivel mundial y que refuerzan su atractivo como opción educativa y profesional, entre ellos:
- Cercanía a las empresas y alineación con sus necesidades. La formación profesional vasca tiene que ser una aliada fundamental de las empresas en el desarrollo de los nuevos perfiles profesionales, trabajando para mejorar la cualificación y la especialización. Tenemos que garantizar que la formación está adaptada a las necesidades del tejido industrial para mejorar al mismo tiempo la empleabilidad de la juventud y la competitividad de las empresas.
- Consolidación de la apuesta por la FP dual, como pilar fundamental del sistema. La experiencia de la FP dual en Euskadi está siendo muy positiva, con un elevado nivel de satisfacción. Tenemos que trasladar a las y los jóvenes las oportunidades y beneficios que representa la formación dual. Asimismo, es preciso fortalecer el compromiso de las empresas y convencer al empresariado de que el sistema es rentable a medio y largo plazo, pues permite incorporar personal altamente cualificado y eficiente que conoce de primera mano el proceso productivo.
- Excelencia e innovación. El contexto educativo ha cambiado, al igual que han cambiado los puestos de trabajo y las propias personas, y por lo tanto, los sistemas de enseñanza deben evolucionar. Si queremos atraer a las y los jóvenes a la formación profesional debemos introducir permanentemente nuevos enfoques y metodologías que favorezcan el aprendizaje. Iniciativas como los centros de alto rendimiento impulsados por el Departamento de Educación, sin asignaturas, ni horarios, ni exámenes, con aprendizaje por retos y grandes espacios en lugar de aulas son un buen ejemplo de innovación educativa.
- Apuesta por la innovación aplicada, el emprendimiento y la internacionalización como elementos complementarios a la formación que refuerzan la experiencia de aprendizaje del alumnado y favorecen la creación de nuevas oportunidades y empleo. La posibilidad, por ejemplo, de participar en proyectos de innovación con empresas en sectores de alto potencial de crecimiento representa una oportunidad de oro.
Tenemos un largo camino recorrido. Contamos con un excelente sistema de formación profesional que se configura como un elemento esencial y prioritario de nuestra economía y de nuestras empresas. Tenemos que seguir trabajando para lograr avanzar en los retos que aún nos quedan y mejorar aún más el prestigio social y familiar de la FP.
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