¿Colaboramos? Cómo tener éxito en el camino de la colaboración
- febrero 8, 2017
- febrero 8, 2017
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En los últimos tiempos se ha generalizado el uso de la opción estratégica de la colaboración como vía para que las empresas sean competitivas y aporten valor en un entorno globalizado, volátil e incierto, pero la realidad es que no siempre se desarrollan de manera exitosa. El artículo reflexiona sobre algunos principios que pueden ayudar a las organizaciones a tener éxito en el camino de la colaboración.
La colaboración es esencial para crear nuevas oportunidades de ventaja competitiva y ampliar las capacidades de las organizaciones. Pero a su vez, crea retos a nivel de gestión que en muchas ocasiones pueden limitar las experiencias colaborativas y su aprovechamiento.
Entendemos por colaboración la forma mediante la cual varias organizaciones se unen para compartir los recursos, conocimientos o capacidades que cada una de ellas tiene por separado, generando cierto grado de interrelación entre las partes, con el fin de obtener un beneficio común no alcanzable (o muy difícilmente alcanzable, o al menos no con el mismo grado de éxito) de forma individual.
Distintas investigaciones revelan que la colaboración tiene un impacto positivo en el rendimiento económico de las empresas, pero no todas generan el mismo impacto, ni tienen el mismo alcance. De hecho, los motivos que llevan a las empresas a establecer y desarrollar este tipo de relaciones son múltiples y de muy diversa naturaleza: ganar capacidad para asumir proyectos de mayor envergadura, desarrollar opciones estratégicas no alcanzables por las empresas de manera aislada (como la diversificación o el acceso a nuevos mercados o negocios), fomentar economías de aprendizaje mediante la adquisición de conocimiento de alguna de las partes, o compartir know-how. Además, existen otros motivos que buscan conseguir una mayor eficiencia a través del logro de economías de escala o de compartir costes, y algunos encaminados a conseguir una mayor especialización o el desarrollo de nuevos productos.
La decisión de las organizaciones de abordar alguno de los motivos anteriores en solitario o en colaboración, está condicionada a la velocidad requerida para aprovechar la oportunidad y al alcance temporal de la misma. Por ello, las empresas necesitan mecanismos de colaboración claros, ágiles y que alineen los intereses de las partes.
¿Cómo conseguir tener éxito en el camino de la colaboración?
Gestionar colaboraciones y alianzas estratégicas requiere comprender el propósito estratégico que persiguen y las expectativas que se generan a su alrededor. Además de conocer el porqué, resulta fundamental entender y analizar el momento en el que se producen y el cómo de una relación efectiva.
Comparto a continuación cinco principios que, en mi opinión y desde la experiencia adquirida en procesos realizados con distintas asociaciones sectoriales, corporaciones empresariales y otro tipo de alianzas estratégicas, pueden ayudar a las organizaciones en el logro de una mayor y mejor colaboración.
Confianza
El paso inicial y principal para desarrollar con éxito una colaboración es sentar las bases de confianza para que las organizaciones puedan interactuar. De hecho, de esta circunstancia depende en gran medida que las colaboraciones encaucen la vía del éxito o lleven a la ruina a sus participantes.
Entender la contribución de la colaboración, donde cada una de las partes explota sus ventajas competitivas en el desarrollo e implementación de sus estrategias, y ayudar de forma efectiva a resolver problemas conjuntos permite construir confianza mutua y capturar valor. La confianza evita posibles comportamientos oportunistas y reduce el riesgo de conflictos entre las partes.
Objetivo común y compartido
Las organizaciones que se unen para colaborar persiguen uno o varios objetivos en común y colaboran para alcanzarlos, poniendo cada una de las partes a disposición del resto las capacidades propias que facilitan su consecución.
Resulta crítico compartir y visualizar cuál es el “viaje” a realizar juntos y cuáles los retos y proyectos a abordar de manera conjunta, que añadan valor y aporten ventajas a las partes implicadas. Pero además, es fundamental entender y ser conscientes de las implicaciones derivadas de la colaboración en forma de compromisos, obligaciones y responsabilidades en la consecución de los objetivos.
Aunque comparten un plan común para la realización de las actividades acordadas, las organizaciones mantienen su autonomía e independencia, su identidad jurídica y la responsabilidad sobre la gestión de su negocio y sus actividades. En este contexto, es necesario sentar las bases de la colaboración en un acuerdo que contemple las expectativas de ambas partes, fomente el trabajo en conjunto para el logro de metas y objetivos en común y propicie espacios de trabajo colaborativos, donde se potencie la interacción entre las partes.
Conocimiento
El éxito de una colaboración está asociado a la capacidad de compartir conocimiento e información entre las partes. Compartir eficazmente el conocimiento implica conocer y obtener información clave para establecer puentes, fomentar el aprendizaje e incrementar los resultados de la nueva relación, y contribuye a aprovechar las diferencias, capacidades y el saber de las organizaciones implicadas.
Sin embargo, existe un dilema sobre el nivel de conocimiento que debe compartirse en un acuerdo de este tipo, dado que un acceso libre a la información entre las partes puede generar comportamientos oportunistas y desproteger las capacidades básicas de las empresas. Este riesgo es mayor cuando las alianzas se producen entre empresas competidoras, donde no están claros los límites entre la colaboración y la competición. En definitiva, “competir” es difícil si no se direccionan claramente los ámbitos y los límites de la colaboración.
Uno de los principales fallos en estas situaciones suele ser la falta de conocimiento real y a todos los niveles de las potencialidades y capacidades de las organizaciones que participan. Profundizar en este conocimiento mutuo es necesario para lograr una colaboración efectiva y de confianza, y ayuda a la hora de gestionar el posible desequilibrio de intereses y expectativas entre las partes. En este sentido, organizaciones más grandes y tractoras pueden tener intereses distintos a los de otras de menor dimensión y llegada.
Además, las posturas frente a una mayor o menor colaboración también difieren, y no todas las empresas creen en ello de igual manera (algunas son más proactivas y otras “no se animan a colaborar”). Que las personas que forman parte de cada organización se lo crean y la apoyen es un paso necesario en el logro de una colaboración exitosa. El rol de los equipos de dirección en la “venta de la idea” dentro de su organización es un punto clave en este camino.
Dinamismo
La colaboración debe ser entendida como una fórmula viva y actualizable, que exige analizar permanentemente las partes implicadas, las condiciones del entorno que prevalecen en cada momento y los resultados que se van obteniendo. Si bien resulta complicado medir el rendimiento efectivo de una colaboración, es importante evaluar periódicamente el grado de cumplimiento de los objetivos comunes considerados en el acuerdo (de rendimiento financiero, aprendizaje, aumento de la eficiencia, etc.) y cómo se desarrolla la interacción, el traslado de la información y la participación de las partes.
Las organizaciones que se unen deben ser capaces de reaccionar y evolucionar a medida que cambien los parámetros tanto internos como del entorno. Por ello, los acuerdos de colaboración deben asegurar cierta flexibilidad y capacidad de adaptación.
El dinamismo también se hace patente en la confianza que se va generando entre los participantes, y va evolucionando y fortaleciéndose a medida que la relación se hace más estrecha. Este proceso se asimila al que una pareja puede vivir en su noviazgo, entendido como un periodo durante el cual, si se confirma la elección, se consolidan los cimientos para el matrimonio. Cada etapa tiene su función y propósito en la construcción de las bases de la relación, comenzando con la amistad y el cortejo, pasando por el noviazgo y terminando con un compromiso formal y la unión duradera.
La colaboración es un medio
Por último, se debe entender la colaboración como un medio y no como un fin en sí misma. La colaboración tiene un valor, pero son las organizaciones que colaboran entre ellas las que le dan sentido.
Más colaboración no es necesariamente mejor. La colaboración proporciona un valor sustancial sólo cuando se aplica en las situaciones adecuadas y con un enfoque oportuno. Si los acuerdos se desarrollan de forma apropiada, los motivos que llevaron a las organizaciones a acometerlos se convertirán en ventajas o beneficios para las partes y se estará avanzando de manera exitosa en el camino de la colaboración.
1 Mckinsey&Company. La investigación académica (The McKinsey Global Survey of Business Executives) muestra que mejores capacidades de colaboración de las empresas ayudan en la consecución de un mayor rendimiento económico.
2 Algunos investigadores consideran que sólo se pueden utilizar los términos de colaboración y alianza estratégica cuando la cooperación involucra empresas competidoras o potencialmente competidoras (Porter y Fuller 1986, “Coalitions and Global Strategy”, Competition in global industries). Las coaliciones se están volviendo cada vez más estratégicas, mediante la unión de principales competidores que compiten juntos globalmente.
Escrito por Olatz Campo.
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