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Características y retos de China en un futuro próximo

A finales de 2013 China se encuentra en una encrucijada. Si bien siempre ha sido considerada una sociedad compleja, el país está inmerso en un proceso de transformación económica y social que solo va a acelerarse en los próximos años, con importantes retos que afrontar.

Desde un punto de vista económico, asistimos a un proceso de transformación hacia un modelo basado en el consumo interno (en sustitución de la inversión y de las exportaciones como motores de crecimiento); una evolución desde un modelo centrado en la fabricación de productos de gama baja hacia el desarrollo del sector servicios, la calidad y la innovación; en definitiva, la búsqueda de un desarrollo más sostenible tras tres décadas de expansión vertiginosa.

Este cambio de modelo se está produciendo entre importantes desequilibrios macroeconómicos, sectoriales y geográficos: desde un excesivo peso de las grandes empresas públicas (SOEs) hasta diferencias regionales abrumadoras y crecientes, pasando por un exceso de endeudamiento público como consecuencia entre otras razones de un imperfecto sistema de financiación local, sobrecapacidad industrial generalizada, precios inmobiliarios disparados, etc.

Desde un punto de vista social, la creciente y cada vez más informada clase media continua generando expectativas difíciles de gestionar, desde un rechazo a las crecientes desigualdades sociales, exigencia de mayor transparencia, menor corrupción, mayor libertad de expresión y participación, más y sobre todo mejor justicia, menor contaminación, mayor seguridad de la cadena alimenticia, mejora del sistema sanitario y educativo, mayor acceso a vivienda asequible, etc. Y todo ello bajo un sistema de organización política cada vez más cuestionado, que ejerce una agresiva (y eficiente) censura, con poca transparencia y de corrupción sistémica.

La dirección del Partido Comunista es plenamente consciente de esta situación y articuló su respuesta en el 12º Plan Quinquenal (2011-15) y más recientemente, el pasado noviembre, en la tercera sesión plenaria del XVIII Comité Central, con una nueva apuesta por acelerar y profundizar tanto en las reformas económicas como sociales. Si bien la concreción de las mismas tardará años en tener un impacto real, la apuesta se produce en la dirección correcta. En definitiva, el mencionado cambio de modelo cuyo objetivo es el incremento de la eficiencia de la inversión y crecimiento del consumo. Aproximación que será cautelosa y gradual, dado que el gobierno chino no se puede permitir el lujo de colapsar el crecimiento del país o crear desempleo masivo (Li Keqiang, Primer Ministro, recordaba recientemente que es necesario un crecimiento del 7,2% para no generar desempleo –que tiene características enormemente desestabilizadoras-).A finales de 2012 Xi Jinping, Presidente de la R. P. de China se apropió del término The Chinese Dream (o The China Dream). El concepto no solo se refiere a mejorar las condiciones materiales de sus ciudadanos (duplicar para 2020 el PIB per cápita de China de 2010 y sacar a otros 200 millones de chinos de la pobreza), sino hacerlo de una forma sostenible, equilibrada, armoniosa. Queda un gran trabajo por delante.

En este contexto, ¿qué podemos esperar en 2014?

La primera y fundamental consecuencia es que esta transformación del modelo está creando mayores niveles de incertidumbre y volatilidad, características que nos van a acompañar mucho tiempo.

Específicamente, en primer lugar va a suponer una menor (si bien más sostenible) tasa de crecimiento en 2014, aunque todavía alta (en el entorno del 7%). Pero este crecimiento no va a ser homogéneo, ni geográfica (dificultades para reequilibrar las diferencias regionales), ni sectorialmente. El consumo continuará su ascenso, así como la inversión en calidad, innovación y valor añadido general en la economía. A lo largo de 2014 esperamos también una mayor participación del mercado en todo tipo de asignación de recursos y decisiones económico-empresariales, permitiendo en definitiva, un mayor juego al sector privado y facilitando su acceso al capital. Contamos, asimismo, con que se produzca un proceso de desregulación que facilite el acceso al conjunto del mercado y se avance en la concentración que ya está teniendo lugar como consecuencia de la sobre-capacidad existente producto de un exceso de inversión en multitud de sectores (proceso de concentración que va a presentar, sin duda, oportunidades para el inversor extranjero).

Desde un punto de vista más operativo, el entorno para las empresas va a continuar siendo complejo debido a los siguientes factores:

• Incremento de costes. China ha dejado de ser un país de bajo coste y continuará con esta tendencia a lo largo de 2014. Si bien los principales incrementos se producen en la mano de obra, también afecta a los costes de terrenos, regulaciones medioambientales, de seguridad laboral, impuestos, etc. Pero dejar de ser un país de bajo coste, no significa dejar de ser un país interesante para fabricar, debido fundamentalmente a una inigualable, sofisticada, extensa, amplia y fiable cadena/base de suministro, su proximidad a un mercado gigantesco, y los permanentes incrementos de productividad que limitan el impacto de dichas alzas de costes.

• Escasez de talento (problema en la captación y en la retención de personal cualificado) debido a un desequilibrio entre oferta cualificada (nivel educativo insuficiente y muy heterogéneo, política de hijo único, etc.) y demanda en continuo crecimiento, así como altas tasas de rotación, búsqueda de mayor equilibrio trabajo / vida personal, etc.

• Proteccionismo, que va a continuar, tanto por el lado de la oferta (restricciones a la inversión en determinados sectores, requisitos de transferencia de tecnología, de fabricación local, etc.) como por el de la demanda (licitaciones públicas diseñadas para favorecer a jugadores locales, establecimiento de estándares, etc.)

• Competencia; en definitiva, se trata de un mercado enormemente competitivo, con multitud de jugadores tanto locales como internacionales compitiendo no solo por una demanda fraccionada, cambiante y compleja, sino por unos recursos humanos limitados.

Los retos tanto para las autoridades chinas como para los inversores extranjeros que opten por operar en el territorio son numerosos. Va a ser necesario repensar las estrategias y los esquemas operativos en un entorno volátil, incierto, complejo y exigente.

 

Iñigo Mendiburu es Managing Partner de iGeo
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