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10.000 libros para directivos

Desde el punto de vista cuantitativo, seguramente vivimos el momento más prolífico de la historia en el ámbito de la publicación de libros de gestión, sin contar el resto de medios de información que cualquiera tiene a su disposición. La era del conocimiento, sin duda. No resulta nada fácil abarcar y seleccionar de entre el maremágnum editorial. Las prisas y el movimiento de los directivos provocan lecturas poco sofisticadas.

Introducción: El caso del directivo ávido de libros de gestión 

«Recomiéndame un libro», me soltó recientemente el director de innovación de una empresa industrial guipuzcoana. Estábamos terminado una entrevista cuyo objetivo, por supuesto, no era hablar de libros, pero…

«En los últimos dos años he leído unos 10.000 libros sobre gestión empresarial». No me sonó a farol, sino más bien a una mezcla de rigor profesional, inquietud intelectual y probablemente un insomnio incurable. «No encuentro conocimiento de vanguardia, nuevas herramientas más allá de las clásicas», terminó diciéndome.

No es un caso aislado. Hoy mismo, tras una reunión de trabajo, he compartido unos minutos de charla con un cargo público y nuevamente, hemos terminado hablando de libros. Y no del ejemplar elegido para regalar, sino de la dificultad para encontrar buena literatura de apoyo a la toma de decisiones y a la innovación en la esfera pública.

Debate: La aguja en el pajar y el consultor 

Ante esta aparente necesidad de algunos de mis clientes, me surge una primera reflexión: ¿Vivimos una época de cierto vacío en la literatura sobre gestión? ¿No hay libros, o no hay conocimiento? Es decir, ¿escasean los conceptos revolucionarios, los modelos alternativos y las teorías que reinterpreten la realidad?

Desde el punto de vista cuantitativo, seguramente vivimos el momento más prolífico de la historia en el ámbito de la publicación de libros de gestión, sin contar el resto de medios de información (escritos o no) que cualquiera tiene a su disposición. La era del conocimiento, sin duda. Un vecino de una remota aldea de Brasil tiene, gracias a la tecnología móvil y a internet, acceso a todo el conocimiento e información generado a lo largo de la Historia de la humanidad. Un directivo del llamado primer mundo tiene, al menos, las mismas opciones.

Pero quizás ése sea el primer problema: la era de la «infoxicación» (intoxicación por exceso de información) hace cada vez más complejo separar el grano de la paja. Y, aparentemente, a una persona que ocupa un puesto de responsabilidad, que presuponemos asfixiada por el ritmo del trabajo y la exigencia multitarea, le puede resultar especialmente com plicado acceder a literatura de gestión de verdadera calidad (incluso a tiempo de lectura…)

Siendo justos, no resulta nada fácil abarcar y seleccionar de entre el maremágnum editorial. Y más aún si consideramos, como afirmaba un compañero recientemente, que «en un imparable proceso de «quiosquización» los libros de gestión se venden en los aeropuertos al lado de los de autoayuda, de las revistas del corazón y de los sudokus. Las prisas y el movimiento de los directivos provocan lecturas poco sofisticadas.» Aún más difícil acertar.

Mi segunda reflexión se refiere a mi labor profesional. Ante la pregunta de un cliente, quizás por mi forma de ser y entender mi profesión, me siento en la obligación de recomendar o prescribir alguna lectura. ¿Podemos ayudar los consultores a encontrar la aguja en el pajar del conocimiento?

Desde mi experiencia, en este trabajo nos toca llevar diferentes sombreros según el momento y la necesidad. Podemos ser requeridos como fríos analistas, o como observadores neutrales, metodólogos, asesores críticos, guías para procesos de reflexión, «provocadores» de la toma de decisiones, conectores (con otras empresas, expertos, etc.), experimentados prescriptores, simples animadores… y también como antenas de conocimiento. Sobre este último rasgo, un veterano colega suele afirmar poéticamente que debemos cultivar permanentemente nuestro papel de «habitantes de la frontera, que luchan contra la incertidumbre a golpe de conocimiento».

En esta búsqueda, en los años 80, algunos consultores viajaban a Estados Unidos y compraban libros sobre nuevas teorías, conceptos y metodologías de gestión empresarial. Así se produjeron ciertos «encuentros» con Porter, Mintzberg, Tom Peters, Peter Senge, etc. El conocimiento aportado por estos autores les proporcionaba, ya de vuelta en casa, una ventaja diferencial sobre el resto de consultores, y una legitimidad para plantarse delante de un cliente a ofrecerle nuevas visiones y reflexiones de valor.

En mi caso particular, siempre he considerado la lectura una parte fundamental de mi autoaprendizaje y desarrollo humano y profesional. Me encantaría llegar al ritmo de lectura de quien presume de leerse un libro al día (los hay, créanme). En mi caso, me conformo con un libro cada dos o tres semanas, aprovechando habitualmente el tiempo en los medios de transporte.

El proceso de selección de un libro implica para mí una mezcla de método científico y serendipia. Primero, capturo sugerencias de lectura aquí y allá: listas de ventas, extractos que publican las propias editoriales, selecciones realizadas por otros agentes de conocimiento, recomendaciones de compañeros, encuentros casuales… Después, una vez comprado, llega uno de los momentos mágicos: la llegada del ejemplar a nuestra oficina, la primera hojeada, el libro sobre la mesa, los comentarios entre compañeros («ya me lo pasarás»). Y finalmente, el momento en el que comienza el viaje…

Conclusión: Un par de agujas de muestra 

Como me gustan los libros que hablan de libros, y me parece la mejor manera de ejemplificar esta labor de «prescriptor literario» que creo debemos ejercer los consultores, me atrevo con un par de recomendaciones. Se trata de una selección personal de un par de libros publicados recientemente (confieso que ninguno de ellos cambiará mi vida), pero considero que merecen un comentario.

Como primera recomendación, comienzo por la esfera pública y un libro que puede servir de guía para abordar la necesidad de transformación que requieren las formas de hacer en este ámbito. Se trata de «Decisiones públicas. Análisis de los procesos de decisión en políticas públicas» (Editorial Ariel) de Joan Subirats, catedrático de Ciencia Política de la UAB y Bruno Dente.

En un momento de pérdida generalizada de la confianza en las capacidades que tienen las autoridades políticas para resolver los problemas colectivos, Subirats plantea que el margen de maniobra de que disponen los agentes políticos y sociales para introducir innovaciones significativas en las políticas públicas «es mucho más amplio de lo que se piensa».

Para razonar esta afirmación, Subirats advierte inicialmente sobre la gran complejidad que el ejercicio de la toma de decisiones públicas implica, por varias razones: demasiados agentes concernidos, que suelen no estar de acuerdo, lógicas políticas y administrativas que no se entienden y complican todo, procedimientos para la toma de decisiones enrevesados y lentos, etc. Son características consustanciales, en muchos casos, a los sistemas políticos modernos, y conviene no olvidarlo.

A partir de aquí, el autor propone, en un texto trufado de casos y ejemplos reales, un análisis en profundidad de los procesos a través de los cuales se establecen las prioridades y se toman las decisiones públicas, e identifica los «factores elementales cuya presencia o ausencia explicaría por qué se logran o no ciertos resultados». A saber, los actores y sus recursos (¿quién decide?), los contenidos de la decisión (¿sobre qué se decide?), el contexto de las mismas (¿cómo y dónde se decide?) y las diferentes estrategias existentes para la toma de decisiones.

En definitiva, se trata de una guía analítica y práctica, en la que además el autor dedica algunas líneas a la atención (a menudo obsesiva) que los políticos ponen en los medios de comunicación; a la percepción ciudadana de la política y, especialmente, al papel de la tecnología e internet. Sobre este último tema, comparto su visión de que Internet implica una verdadera revolución tecnológica y social, una sacudida en la forma de hacer política. Coincido, igualmente, en su afirmación: esta transformación no debe reducirse a un «mero cambio de instrumental».

En el ámbito de la gestión empresarial, quiero hacer mención al segundo libro de la serie sobre innovación en el modelo de negocio, de Alex Osterwalder, «Value Proposition Design» (Editorial Wiley). Descubrí en 2006 a este profesor de informática de la Universidad de Lausanne. Aprecio su labor y el resultado de haber «bajado a tierra» uno de los conceptos más complejos de la gestión empresarial, como es el modelo de negocio. Podríamos decir, buscando una analogía, que el modelo de negocio es la «maquinaria» de creación de valor de una organización, y que ofrece una foto fija de la estrategia de una organización en un momento dado.

Miles de emprendedores y pymes de todo el mundo se han beneficiado de las herramientas prácticas que Osterwalder presentó en su primer volumen (me permito recodar que ya me referí a este trabajo en 2011, en mi artículo «Fitness estratégico» publicado en nuestro libro «Estrategia Nº 0000001»); en todos estos años, estas herramientas me han servido de apoyo en algunos de mis proyectos y sesiones de formación. Es innegable que facilita una visión integral del negocio, aporta sencillez, un lenguaje común…

El segundo volumen es una nueva guía práctica, quizás demasiado ambiciosa y por ello extensa, para profundizar en el proceso (y las metodologías necesarias) para innovar en los modelos de negocio de una organización. Se trata de una recopilación, brillantemente ilustrada a modo de «comic de gestión», de herramientas y conceptos de diferentes autores (Steve Blank entre otros) relacionados con el diseño, experimentación, testeo y evaluación de nuevos negocios que, sin duda, puede resultar muy útil para el público señalado y para favorecer los procesos participativos de intraemprendimiento y desarrollo de nuevos negocios en grandes empresas. Como una herramienta más.

Porque como todo, tiene sus luces y sus sombras. Entre estas últimas, quiero referirme al fenómeno que está convirtiendo a este autor y sus métodos en el santo grial de la gestión empresarial. Como muestra de la burbuja creada en torno al tema, un reciente artículo en El País titulado «Un negocio en un folio», poco menos que planteaba, con el aval de algunos profesores de prestigiosas Universidades y escuelas de negocio, que aquella empresa que no conociese la herramienta «canvas» de Osterwalder estaba abocada a la desaparición.

Sin duda, el autor propone de una forma muy visual un posible marco de reflexión y algunas herramientas de apoyo para un proceso de innovación… pero no elimina el análisis, la reflexión y la toma de decisiones que deben aportar, necesariamente, los equipos directivos y el resto de personas de una empresa. Y no sustituye, en mi opinión, otras muchas herramientas y metodologías que siguen siendo plenamente válidas.

Dos libros más tarde, quiero concluir volviendo a nuestro directivo, al que he querido presentar al inicio de esta reflexión.

Cierre 

Reconozco que, abrumado por su capacidad lectora, no contesté de inmediato a su solicitud de una recomendación literaria. Allí mismo, fui ordenando los temas que me explicó que le preocupaban, mientras repasaba en mi mente portadas de libros y rostros de autores. Cuando ya nos despedíamos, justo después de una breve visita a su fábrica, me atreví con un «creo que tengo un libro para ti, aunque… seguro que ya lo has leído».

Se titula «El fin de semana de siete días» (Editorial Bronce) del directivo brasileño Ricardo Semler y trata de la democratización de las organizaciones y del equilibrio entre la vida personal y profesional.

Se lo envié el siguiente lunes. No estaba entre los 10.000.

Oscar Valdivielso

Socio Consultor
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